Se disparan las expectativas de negocios por la relación China-Panamá
El súbito giro diplomático de Panamá al entablar nexos con China ha despertado altísimas expectativas en la nación centroamericana, donde empresarios y políticos ven más cerca millonarias inversiones chinas en sectores neurálgicos como infraestructura y logística.
Ya se menciona incluso un eventual tratado de libre comercio entre Panamá y China, país que es el segundo usuario en importancia del Canal, detrás de EE.UU., y el primer proveedor de la Zona Libre de Colón (ZLC), la mayor del hemisferio, situada en la costa atlántica panameña y que ha atravesado una aguda crisis.
«Invito a que miremos hacia el futuro con el paso que acabamos de dar», dijo la vicepresidenta panameña, Isabel De Saint Malo, al defender la decisión, que significó la ruptura automática con Taiwán al que Panamá, dijo la también canciller, le «está muy agradecido, el programa de cooperación fue importante, pero estamos mirando hacia el futuro».
La formalización de la relación con China «abre oportunidades todavía incalculables» a Panamá: «crecimiento, desarrollo, productos panameños en China … si eso se logra no nos vamos a dar abasto», expresó.
Un eventual TLC y la posibilidad de la apertura de consulados en China para ampliar la Marina Mercante panameña, la mayor del mundo con alrededor de 8.000 embarcaciones abanderadas, fueron aspectos también mencionados por De Saint Malo a su regreso de China.
Fue De Saint Malo quien el pasado día 12 firmó en Pekín junto al ministro de Exteriores chino, Wang Yi, el nuevo estatus diplomático.
Apenas una hora antes de esa firma, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, anunciaba en la capital de su país el gran salto, argumentando que «como un mandatario responsable no podía seguir perpetuando» una situación con la que se daba la espalda a «un Estado que por sí solo representa el 20 % de la población mundial y constituye la segunda economía más grande del mundo».
Los empresarios panameños parecen estar frotándose las manos. La noticia llega a un país que en su región es líder en atracción de inversión extranjera directa (5.209,3 millones de dólares en 2016) pero que está creciendo a un ritmo mucho más lento que hace un lustro: 4,9 % el año pasado frente a 10,5 % en el 2011.
Ya la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (CCIAP), una de las más importantes del país con más de 1.600 empresas asociadas, dijo que con el nuevo estatus con China «se abre la posibilidad de pactar un acuerdo comercial con un país de más de 1.300 millones de personas».
Por ahora Panamá vende a China desechos de cobre y aluminio; crustáceos, madera y café, entre otros, que sumaron apenas 50,9 millones de dólares en el 2016, cuando importó del gigante asiático bienes y servicios por 1.183 millones de dólares.
Los empresarios también han manifestado que esperan que la apertura a China atraiga nuevas inversiones, especialmente en el campo tecnológico y logístico, algo en lo que coincidió el administrador del Canal de Panamá, Jorge Quijano.
El Canal de Panamá no ve ningún cambio en la actividad de tránsito de buques por el nuevo estatus con China, pero sí anticipa un eventual interés en los millonarios proyectos logísticos y de puertos en torno a la vía interoceánica.
Los empresarios chinos «han estado presentes» en Panamá «desde hace muchos años», pero la formalización diplomática puede dar pie a que se canalicen más inversiones hacia el país, aseveró Quijano.
La ACP tiene 1.200 hectáreas que posiblemente salgan a licitación a finales de este año, en las que los empresarios chinos «pudieran tener interés en hacer una zona logística en esa área, bien pegada al Canal», agregó.
Taiwán ya arrió su bandera de la legación diplomática en la capital panameña, y lo hizo en un acto privado, tras reprochar el «acto desleal» panameño y acusar a Pekín de arrebatarle aliados «a través de la diplomacia de la intimidación, ofrecimientos y compra».
«Era de esperarse» que la decisión panameña de abrazar a China «no se tomara de buena forma, la comunicación oficial fue algo de último momento, porque no podía darse de otra manera», justificó De Saint Malo.