Financial Times: Trump, la OMC y las lecciones comerciales de París
Es poco probable que EE.UU. se retire de la OMC, pero puede sacudir el sistema
Llamémosla la misión semisecreta para salvar el sistema comercial global. Cuando Donald Trump anunció su decisión de sacar a EEUU del acuerdo climático de París la semana pasada, Roberto Azevêdo, el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), estaba en Washington reuniéndose apresuradamente con miembros del gabinete presidencial.
El brasileño llegó discretamente a la ciudad. Él se reunió con Robert Lighthizer, el nuevo representante comercial estadounidense (USTR, por sus siglas en inglés). Conoció a Wilbur Ross, el inversionista multimillonario convertido en secretario de Comercio, y al exbanquero de Goldman Sachs y financiero de películas, Steven Mnuchin, el nuevo secretario del Tesoro.
El tenaz ex negociador comercial escuchó las quejas de la administración del Sr. Trump acerca de la OMC. Él trató de explicar cómo funcionaba la OMC y sus ambiciones de hacerla más ágil y receptiva a las preocupaciones de los miembros.
Sin embargo, se cernía una incómoda realidad sobre las reuniones. A pesar del afable estado de ánimo, los mismos hombres con quienes se estaba reuniendo eran los que representaban la mayor amenaza existencial que enfrentara la OMC desde su fundación hace más de dos décadas. Y, si le quedaba alguna duda, sólo tenía que mirar hacia el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, donde el Sr. Trump estaba retirando a EEUU del Acuerdo de París y reafirmando su nacionalismo económico.
Esa misma amenaza estará en el aire cuando muchos de los ministros de comercio del mundo se reúnan en París esta semana con el Sr. Azevêdo — y con el Sr. Lighthizer —para su miniconferencia ministerial anual de junio en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
No hay manera de escapar la amenaza. La retirada del Sr. Trump del Acuerdo de París lo dejó claro. A pesar de todas las esperanzas de que una coalición de asesores “globalistas” en la Casa Blanca pudiera modular el credo del presidente de “EEUU primero”, la realidad es que sus instintos nativistas están volviendo a ponerse de manifiesto. A medida que la situación se acalora, él está volviendo a lo que sus principales ayudantes consideran principios esenciales. Y sus miembros del gabinete se están asimilando.
El Sr. Lighthizer, quien se desempeñó como vice representante comercial durante la administración del Sr. Reagan y es un experimentado abogado en asuntos de comercio además de un personaje influyente de Washington, ha impresionado a los funcionarios extranjeros que lo han conocido por su conocimiento del comercio y del sistema. Según los funcionarios, él representa un contraste con otros miembros del equipo de comercio del Sr. Trump.
En persona, el Sr. Lighthizer es agradable, si no encantador. Pero sus declaraciones públicas también conllevan ya un toque de veneno ‘Trumpiano’. Y a eso vale la pena prestarle atención. “El Acuerdo de París representa otra barrera comercial injusta que EEUU no puede costear”, declaró en un comunicado emitido tras el anuncio del Sr. Trump. “Me siento honrado de respaldarlo en el avance de una agenda comercial que coloca a los trabajadores estadounidenses y a los creadores de empleo en primer lugar”.
Esa agenda comercial está avanzando de una manera sorprendentemente rápida. El presidente retiró a EEUU del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) integrado por 12 naciones, y comenzó el proceso de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Ha iniciado investigaciones de seguridad nacional de las importaciones de aluminio y acero por medio de la raramente utilizada “sección 232”; investigaciones que probablemente resultarán en la generación de extensos aranceles y que pudieran engendrar guerras comerciales. Su administración ha impuesto aranceles a las importaciones de madera de Canadá. Y, tan pronto como el lunes, se anticipa que imponga significativos impuestos sobre las importaciones de azúcar mexicana, a menos que se logre un acuerdo de última hora.
Al igual que como lo hizo en el caso del Acuerdo de París, su administración también ha puesto en la mirilla a lo que despectivamente ve como el sistema “globalista” y a la OMC. Los aranceles que se anticipa resultarán de las investigaciones del acero y del aluminio por medio de la “sección 232” iniciadas por el Sr. Trump es casi seguro que pondrán a prueba la exención de seguridad de la OMC, una medida que existe desde hace bastante tiempo pero que nunca ha sido puesta a prueba.
En sus reuniones con los funcionarios del Sr. Trump la semana pasada, el Sr. Azevêdo escuchó las quejas del Sr. Lighthizer sobre el sistema de solución de controversias de la OMC. También escuchó los puntos de vista acerca de lo que el Sr. Ross había comenzado a etiquetar públicamente como el “injusto” sistema de la nación más favorecida (NMF) que rige la aplicación de los aranceles entre los miembros de la OMC. Esto último ha sido particularmente desconcertante para los expertos en comercio y para los diplomáticos de alto nivel de la OMC, ya que el principio NMF ha sido un pilar del sistema comercial mundial desde que la administración del Sr. Roosevelt originalmente lo defendiera durante la década de 1930.
Lo que la administración del Sr. Trump planea hacer con respecto a sus quejas referentes a la OMC sigue siendo confuso. El Sr. Lighthizer ha pasado años preparándose para este día y su testimonio ante el Congreso de 2010 en relación con China y con la OMC representa una sobria lectura. Pero él todavía está en el proceso de nombrar diputados y de presentarse en la escena mundial. Quienes ya lo han conocido todavía no han escuchado planes concretos.
Sin embargo, esos planes llegarán. Y la lección de la salida del Acuerdo de París de la semana pasada es que el mundo del comercio debe estar preparado para su prueba sistémica. El peor de los casos — la salida de EEUU de la OMC — sigue siendo poco probable. Pero existen numerosas maneras en las que esta administración estadounidense puede sacudir el sistema.
Por: Financial Times
Fuente: Diario Libre