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Opinión de Martin Wolf: Débil crecimiento del comercio mundial no va a cambiar

Los obstáculos políticos ante grandes y nuevos acuerdos de liberalización se han incrementado.

¿Se está revirtiendo la globalización? No, pero ha perdido dinamismo, sobre todo en el caso del comercio, el motor de la integración económica mundial desde hace décadas. La pregunta, sin embargo, es por qué el crecimiento del comercio ha decaído. ¿Es porque la economía mundial se ha ralentizado? ¿Es debido al agotamiento de ciertas oportunidades? ¿O es debido al proteccionismo? La respuesta, sugiere el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su más reciente edición de “Perspectivas de la economía mundial” (informe WEO, por sus siglas en inglés), es “sí” a las tres hipótesis, en diversos grados.

Entre 1960 y 2015, el comercio mundial creció a una tasa media de 6.6 por ciento, en términos reales, mientras que la producción creció a una tasa media de 3.5 por ciento. Entre 2008 y 2015, sin embargo, el crecimiento medio anual del comercio mundial fue de solamente un 3.4 por ciento en términos reales, mientras que la producción mundial creció a un 2.4 por ciento. No sólo se ha ralentizado el crecimiento del comercio, sino que también se ha reducido significativamente la brecha entre el crecimiento del comercio y el de la producción.

El FMI concluyó que el débil crecimiento de los volúmenes del comercio se debe, en gran parte, a la desaceleración económica sincronizada en las economías avanzadas y en las emergentes. También añade que, “Entre los bienes, el crecimiento comercial se redujo en el 85 por ciento de las líneas de productos, con la desaceleración más aguda observada en el comercio de bienes de capital e intermedios”. Por lo tanto, la desaceleración de la inversión posterior a la crisis fue particularmente significativa, argumenta el FMI, porque es relativamente dependiente de las importaciones. Este cambio en la composición de la producción mundial ayuda a explicar por qué la desaceleración del comercio mundial fue proporcionalmente mayor que el de la producción. En total, “hasta tres cuartas partes de la disminución del crecimiento real de las importaciones de bienes entre 2003-07 y 2012-15 puede atribuirse a una actividad económica más débil”.

Este análisis sugiere que el comercio mundial se recuperará, siempre que la economía y la inversión mundiales también se recuperen. Sin embargo, la posición no es tan simple. El FMI también se concentra en otros dos factores cuya importancia señala: el proteccionismo y la paralización posterior a la crisis de la tendencia a largo plazo hacia el incremento del comercio dentro de las “cadenas de valor”.

La división del trabajo entre las economías, en la cual algunas elaboran componentes que se ensamblan en otras, ha generado una mayor actividad comercial dentro de tales cadenas de producción desde la década de 1990. Esto se puede medir por el contenido importado de las exportaciones de un país, junto con el contenido nacional de las exportaciones posteriormente utilizadas por los socios comerciales en sus propias exportaciones, todo ello dividido entre las exportaciones brutas. Este índice se elevó hasta el año 2008, pero se ha estancado desde entonces. Eso marca, por lo menos, un alto a una importante forma de integración de la producción más allá de las fronteras.

La historia del proteccionismo puede que no sea completamente independiente de la de las cadenas de valor. Aquí, también, la historia tiene diversos matices. La disminución de los aranceles medios se detuvo en la década de 2000, cuando las reducciones acordadas en las negociaciones comerciales multilaterales de la Ronda de Uruguay y la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) corrieron su curso. También existe evidencia de un reciente aumento de barreras no arancelarias al comercio. Al mismo tiempo, la cobertura de los acuerdos de libre comercio ha seguido creciendo, aunque a un ritmo ligeramente más lento. El destino de los acuerdos más ambiciosos, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) — acordado, aunque no ratificado — y el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés) — muy lejos de ser acordado — sigue siendo bastante incierto.

El FMI señala que, por tales razones, las tasas de crecimiento de las importaciones entre 2012 y 2015 han caído alrededor de 1.75 puntos porcentuales menos, de media, de lo que pudiera haberse esperado dadas las relaciones históricas entre los flujos comerciales y la actividad global. También es posible que la desaceleración del comercio, a su vez, haya contribuido a las deficiencias en el crecimiento, incluyendo en el crecimiento de la productividad.

Así es que ¿qué pudiera suceder en el futuro?

Los obstáculos políticos ante grandes y nuevos acuerdos de liberalización comercial — ya sean multilaterales (dentro de la OMC) o plurilaterales (como TPP o TTIP) — han aumentado. Esto se debe en parte a que el entusiasmo por la liberalización del comercio es débil. Pero también se debe a que los acuerdos comerciales de hoy en día tienen una gran cantidad de bagaje regulador que, en gran medida, no es pertinente: los derechos de propiedad intelectual son un ejemplo; la protección concedida a los inversionistas es otro. En particular, muchos ahora argumentan que los procedimientos de “arbitraje de diferencias inversionista-Estado” (ISDS, por sus siglas en inglés) incluidos en muchos acuerdos representan una violación de la soberanía democrática. El Parlamento de Valonia acaba de bloquear el “acuerdo económico y comercial global” entre Canadá y la UE (CETA, por sus siglas en inglés) sencillamente por estas razones.

Aún más amenazante que tal renuencia ante la liberalización es el surgimiento de primitivas formas de proteccionismo absoluto. Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia de EEUU, es el principal abogador de dichos argumentos. De hecho, él dice que bloquear las importaciones reviviría mágicamente los empleos en la industria de la fabricación que existían cuando, en su opinión, EEUU era “grande”. Sin embargo, tal y como lo señala Jagdish Bhagwati, de la Universidad de Columbia, “la disminución en los empleo en la industria de la manufactura ha estado en curso durante medio siglo”. Los porcentajes de empleo han caído con la disminución constante de la fabricación dentro de la producción total estadounidense, aunque a un ritmo más rápido, debido al rápido crecimiento de la productividad en este sector. No existe política comercial alguna que pueda revertir esta tendencia, la cual está impulsada por los cambios en la demanda y en la tecnología. La fabricación simplemente está siguiendo la trayectoria que alguna vez siguiera la agricultura.

Con suerte, este ingenuo proteccionismo fracasará políticamente: ciertamente no puede resolver los problemas de los angustiados ex y potenciales empleados. Sin embargo, un renovado impulso de la liberalización comercial está muy lejano. El comercio empezaría a crecer más rápidamente si el crecimiento económico mundial se acelerara. Pero un mundo en el que el comercio creciera mucho más rápido que la producción es probable que ahora esté en el pasado, en parte debido a que las oportunidades de un comercio de procesamiento ampliado han disminuido, y en parte a que la era de la liberalización comercial a gran escala ha terminado. Además, si se reviviera, es probable que los responsables fueran los gigantes asiáticos: China e India. Los días del liderazgo occidental sobre el comercio parecen, por desgracia, haberse terminado.

Por: Martin Wolf

Fuente: Diario Libre

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