Haití plantea guerra comercial
Hugo Rivera Fernández. Haití emitió un comunicado que anuncia la prohibición a la entrada por vía terrestre de 23 productos dominicanos, que solo podrán entrar por vía marítima o aérea. Entre esos productos están el cemento gris, agua embotellada, pintura, detergentes, mantequilla, maíz molido, galletas, tubos PVC, entre otros que el año pasado sumaron US$477 millones en ventas locales a esa nación.
Las medidas de Haití que han afectado a los productos dominicanos, incluida la actual, tienen los elementos constitutivos para definirse como elementos de una “guerra comercial”.
En términos de comercio la “guerra comercial” consiste en la adopción por parte de uno o varios países de tarifas o barreras al comercio. Este término es antónimo de libre comercio.
Las guerras comerciales son muy dañinas a ambas economías. En este caso, Haití considera sus acciones restrictivas al comercio como importantes medidas para ayudar a influir en la política de República Dominicana y obtener concesiones de otras especies.
Con esta medida Haití viola disposiciones consagradas en tratados internacionales, incluyendo el acuerdo con la Unión Europea (EPA), el cual Haití ha firmado pero no ha completado el proceso interno para su vigencia, y también viola regulaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La resolución de Haití no está acorde con los principios de la nación más favorecida (NMF), consagrados en el Artículo I del GATT -Acuerdo General de Aranceles- de 1994, que forma parte de los instrumentos jurídicos de la OMC e indica: “las partes contratantes reconocen que las leyes, reglamentos y prescripciones que afecten a la venta, la oferta para la venta, la compra, el transporte, la distribución o el uso de productos en el mercado de los países parte, cualquier ventaja, favor, privilegio o inmunidad concedido por una parte contratante a un producto originario de otro país o destinado a él, será concedido inmediata e incondicionalmente a todo producto similar originario de los territorios de todas las demás partes contratantes o a ellos destinados”.
El efecto, de esta medida es restrictiva, por cuanto solo se aplica al comercio de esos productos provenientes de República Dominicana, discriminando así al país frente a los demás países cuya estructura de exportación no es fronteriza. Lo que busca Haití es ocasionar un desvío del comercio para favorecer a otros suplidores.
Haití puede entrar en contradicción con el principio de “trato nacional” del GATT: Artículo III, que prohíbe a los países discriminar entre los productos importados y los bienes similares de producción nacional en cuanto a la aplicación de impuestos y reglamentos nacionales.
Esta contradicción lo genera el otro efecto de la medida, ya que los productos similares haitianos nacionales pueden pasar libremente por la frontera; no se les aplica la misma regla y sus camiones pueden transportar los productos haitianos, lo que eventualmente podría ocasionar una protección destinada a causar un aumento de comercio a favor de productos locales haitianos discriminando a los dominicanos.
Parece que las autoridades de Haití piensan que no les conviene, por muchos motivos, el comercio con República Dominicana, ya que desde aquí le exportamos más de US$1,000 millones en 2014 y sus exportaciones de bienes apenas sobrepasaron los US$4 millones.
Existe un concepto en Haití de vernos como los culpables de que ellos no produzcan bienes y nos califican de aprovechadores comerciales. Esto, con el componente adicional que atribuye a las exportaciones dominicanas evadir la mayoría de los aranceles que deberían pagar, ya que se hacen sin la debida fiscalización.
Sin embargo, los haitianos están involucrados en diversos proyectos de captación de inversión binacional, además de las remesas que envían sus ciudadanos aquí y demás fuentes dominicanas que estabilizan su economía con diversos servicios por mucho más valor del que está involucrado en el comercio.
¿Qué se puede hacer? Hay tres vertientes:
1. La respuesta legal. República Dominicana puede solicitar una consulta al embajador de Haití en la OMC, además de solicitar a la Unión Europea y a los órganos del EPA la revisión de la medida; también comunicar a Estados Unidos la queja, por los efectos en nuestro comercio, ya que Haití está incluido en la ley norteamericana de implementación del DR-Cafta.
2. La retaliación. Se pueden aplicar diversas acciones para limitar los productos y servicios a las empresas haitianas, como serían cargos y limitaciones en sus comunicaciones, servicios y transbordos de los productos de ese país en puertos locales.
3. Un entendimiento comercial. Mi opinión es que esta es la opción ideal y para materializarlo hay que cambiar la estrategia comercial con Haití en cuanto al enfoque errado de que hasta ahora le ha dado República Dominicana al asunto.
Se debe crear un plan para presentarlo al gobierno haitiano y promocionarlo a nivel internacional, involucrando a otros países, para que los haitianos acepten llegar a un acuerdo comercial a cambio de acciones recíprocas que le beneficiarán.
Este plan traería prosperidad a Haití y a República Dominicana. En mi calidad de exviceministro de Industria y Comercio, encargado del Comercio Exterior, recuerdo que comenzamos la negociación de un acuerdo de Libre Comercio con Haití durante la gestión del ministro de Comercio e Industria de Haiti, Stanley Théard; luego se nos retiró el mandato negociador y se pasó a la esfera de Cancillería dominicana.
Con la experiencia pasada de escuchar los intereses comerciales dominicanos, lidiar en una mesa de negociación con Haiti, quisiera proponer los posibles lineamientos de una propuesta para Haití, que consistiría en conjugar diversas iniciativas unilaterales y recíprocas de comercio y cooperación desde aquí para esa nación, bajo cuatro ejes con un solo fin:
A. Crear un programa para la mejora de las capacidades comerciales de Haití. De hecho, el país ya le presta ese tipo de ayuda, sólo hay que fortalecerla.
B. Un plan de estímulo arancelario para los productos haitianos en República Dominicana. A través de este programa de aranceles preferenciales unilaterales nuestro país le concedería a los productos haitianos mayor participación en el mercado dominicano.
C. Con los elementos anteriores se realizaría la negociación de un acuerdo comercial total o parcial de lista positiva con Haití para conceder libre comercio a los productos dominicanos que quedasen cubiertos en dicho acuerdo, acompañados de unos fondos de compensación arancelaria para que el país se los conceda a Haití. Serían créditos por los aranceles desgravados en libre comercio, un sistema parecido al que utiliza la Unión Europea.
Este fondo pudiera estudiarse, y posicionarlo parcial o totalmente dentro de los compromisos de los escenarios comerciales en que ambas naciones participan como el acuerdo EPA con la Union Europea y/o el DR-Cafta con Estados Unidos, ya que Haití, por petición de República Dominicana, fue incluido en la citada ley de implementación.
D. Debemos instituir un verdadero Consejo Binacional de Comercio, como lo tenemos con Centroamérica, Estados Unidos, el Caribe y la Unión Europea. Este consejo estaría presidido por los ministros y entes que tienen que ver con el comercio y la industria, no con las relaciones exteriores.
Creo que pensar que los Haitianos mantendrán sin obstaculizar la participación comercial dominicana en su país, no es la realidad comercial actual, ni lo será en los próximos años.
Es preciso prevenir que vendrán acciones cada vez peores, y esto podrá generar problemas aún mayores, hasta situaciones de cierres de frontera, boicots y se enturbiaría el comercio en otros temas conduciendo a someter a una incertidumbre nuestro comercio actual.
Como citaba nuestro patricio Juan Pablo Duarte en una de sus cartas manuscritas para la Junta Central Gubernativa presidida por Francisco del Rosario Sánchez.
En un escenario parecido, Duarte vislumbró el nacionalismo y el comercio como dos principios fundamentales de República Dominicana, que no se ceden y que no admiten intervención y no se intercambian uno por el otro. Que mientras más crecen ambos principios más se fundamenta la patria.
Fuente: elDinero