El declive de las exportaciones
Pavel Isa Contreras. No todo lo que trajo el informe preliminar de la economía dominicana para el primer trimestre del año elaborado por el Banco Central fue bueno. Las noticias que vienen del “frente externo” son desalentadoras, y es imperativo hacerles frente.
En el primer trimestre de 2015, las exportaciones de bienes cayeron casi un 5% comparado con el nivel registrado durante los primeros tres meses de 2014. Es la reducción más significativa que han tenido en un trimestre en los últimos cinco años, y es el tercer trimestre consecutivo en que éstas caen.
De inmediato puede asaltar la idea de que eso se debe al desempeño del sector minero, el cual ha estado afectado por los bajos precios del oro, pero no es preciso. Ciertamente, el valor de las exportaciones de oro ha decrecido durante los últimos dos trimestres de manera consecutiva, y entre enero y marzo de 2015, el valor promedio mensual exportado fue de US$ 91.6 millones, un 25% menos que en el trimestre anterior, y un 40% menos que en el mismo período de 2014.
Sin embargo, al descontar las de oro, se advierte que en este trimestre recién pasado, las exportaciones totales cayeron en 4.3%, respecto al último trimestre del año pasado, y que igualmente, continúa siendo el tercer trimestre consecutivo en que se registra una reducción. En octubre-diciembre se redujeron en 2.8% respecto a julio-septiembre, y en ese trimestre lo hicieron en 2.1% respecto al inmediatamente anterior. Más aún, en 2014 el valor de las exportaciones totales descontando las de oro fue prácticamente el mismo que en 2011. En otras palabras, el estancamiento y declive exportador no sólo tiene que ver con el oro sino con un pobre desempeño de las exportaciones del conjunto del resto de los productos, y no se trata de un fenómeno temporal.
Cuando se descomponen las exportaciones de bienes entre aquellas que se originan en las zonas francas y las producidas en el resto del país (nacionales), rápidamente se advierte dónde está el problema. Mientras las segundas crecieron en 6.2% respecto al primer trimestre de 2014, las primeras cayeron en casi 16%, y descontando las de oro, la contracción fue de más de 8%. En 2014, estas últimas se redujeron en casi 4.5% respecto a 2013, y en 2013 en casi 17% respecto a 2012. En ese período, la caída acumulada de las exportaciones nacionales no mineras fue de más de 20%.
En ese sentido, sin ser espectacular, el buen comportamiento de las exportaciones de zonas francas ha evitado el derrumbe exportador, de una forma parecida a la que las exportaciones hacia Haití contuvieron el colapso cuando las exportaciones de zonas francas retrocedieron a partir de 2005. Desafortunadamente, el resultado neto de mediano plazo es penoso porque estamos exportando el mismo valor que hace cuatro años, y no aparece nada en el horizonte que sea esperanzador.
De la economía real, el sector que está conteniendo las cuentas externas es el turismo, con un ritmo de crecimiento inesperadamente elevado. En el primer trimestre de 2015, el número de arribos de no residentes creció en casi 8% respecto al mismo período de 2014, y en ese trimestre lo hizo en 3.7% respecto a 2013. En promedio entre 2011 y 2014, la llegada de turistas ha crecido a una tasa media anual de 5.7%. Para que se tenga una idea del comportamiento comparado entre las exportaciones distintas al oro y las de servicios turísticos, del incremento total de los ingresos generados por ambos entre 2011 y 2014, el turismo explicó el 97%.
Una economía pequeña que no exporta lo suficiente está condenada, a largo plazo, a no crecer y a no ofrecer oportunidades a su gente porque la mayoría de los bienes necesarios para invertir y producir, así como muchos bienes de consumo se importan. De allí que sea difícil exagerar sobre la necesidad de revertir la tendencia antes descrita.
Que de esto no se entienda que todas las exportaciones son buenas. La calidad de las exportaciones en términos de empleos y encadenamientos productivos es más importante que el valor.
Más bien, el mensaje central es uno reiterado: es urgente que nos dotemos de nuevas políticas de desarrollo productivo que promuevan el aumento de la productividad, el aprendizaje y el cambio tecnológico en la industria y la agropecuaria porque las vigentes no funcionan.
Si seguimos haciendo lo mismo el resultado no será diferente.
Fuente: El Caribe