Opinión: El acertijo laboral y el Tratado Comercial México, USA y Canadá
Uno de los temas más relevantes que todavía están en discusión en la negociación del tratado comercial México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), es el capítulo laboral.
Y dentro de los diversos aspectos que dicho capítulo contiene, un tema fundamental tiene que ver con la democracia en los sindicatos mexicanos. Tanto por lo que aparece en el TMEC como por los convenios suscritos por México ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se requiere que dentro de los sindicatos la democracia sea una verdadera práctica regular.
Adicionalmente, se plantea que haya transparencia en el manejo de los recursos de estas organizaciones así como un combate directo a la corrupción en la que eventualmente estén incurriendo los líderes sindicales. En realidad, los políticos norteamericanos no tienen un genuino interés por la democracia sindical en México.
Lo que existe es el temor de que las prácticas de las organizaciones de trabajadores de nuestro país permitan la prevalencia de bajos salarios. El poner énfasis en la democracia sindical tiene como fondo la expectativa de que con una nueva dinámica al interior de los sindicatos sea factible que los trabajadores puedan exigir en las negociaciones colectivas incrementos salariales mayores y eso implique una pérdida de competitividad de las empresas establecidas en México.
El reverso de la moneda de este hecho, así lo ven, es que se podrían crear más empleos en Estados Unidos, especialmente en la industria manufacturera.
No se sabe hasta ahora cuál vaya ser el resultado de la negociación final del TMEC. Hasta el momento de escribir estas líneas todavía persisten las negociaciones.
Pero más allá de la coyuntura que vivimos, ¿cuál es el origen de estas prácticas sindicales que datan de hace muchas décadas en nuestro país?
Para entender la dinámica de los sindicatos en México tenemos que remontarnos a la formación de el Estado mexicano en la década de los 30 del siglo pasado.
Después de la Revolución Mexicana surgieron diferentes centrales sindicales que fueron adquiriendo fuerza, al tiempo que la paz regresaba al territorio. Sin embargo, hasta el periodo del cardenismo, de 1934 a 1940, los sindicatos se constituyeron claramente en un pilar fundamental del Estado. Durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), la fuerza política que aglutinó a los diversos caudillos, se constituyó en el nuevo Partido de la Revolución Mexicana (PRM), con una estructura claramente corporativa.
Esta organización tuvo como uno de sus pilares fundamentales al llamado sector obrero, es decir, a las organizaciones sindicales que respaldaban a Lázaro Cárdenas.
Se consolidó así la CTM como la más importante de esas organizaciones y uno de los pilares del Estado.
Desde principios de los años 40, una de las figuras que se convirtió en un emblema de este hecho fue el eterno líder de esta organización: Fidel Velázquez, quien encabezó a la Central de Trabajadores de México por casi cuatro décadas, hasta su muerte en 1997.
Durante esta etapa se presentaron diversos episodios en los cuales varios organismos sindicales pretendieron salirse del arreglo que tenían con el Estado e imponer una democracia sin presencia del primero. Al final de cuentas, por las buenas o por las malas, esos intentos fueron conjurados y siguieron prevaleciendo los liderazgos tradicionales.
Para conseguir la prevalencia de estos líderes, denominados popularmente como “charros”, el gobierno permitió que obtuvieran un sinnúmero de privilegios personales, pero al mismo tiempo, los sindicatos que encabezaban también tuvieron incrementos importantes en sus salarios reales y en varias de sus prestaciones.
Ya no fue posible mantener esta circunstancia que eventualmente cambió durante la etapa en la cual la economía mexicana entró en una sucesión de crisis, a partir de 1976.
Además de los líderes “charros”, otra de las figuras que se crearon en el mundo sindical mexicano fueron los llamados sindicatos blancos.
Estas organizaciones presuntamente agrupaban a los trabajadores, pero en realidad eran controlados directamente por las empresas, lo cual permitió por años que tuvieran condiciones muy ventajosas en las negociaciones contractuales.
De este modo, durante décadas, lo que prevaleció en México fue una casi generalizada ausencia de democracia sindical en donde los sindicatos jugaron un papel pasivo en las negociaciones de salarios y prestaciones.
El reflejo de este hecho se hizo manifiesto en el comportamiento de los salarios a partir de 1977, pero con más notoriedad durante la década de los años 80 del siglo pasado, pues se presentó una caída drástica en el poder adquisitivo de los salarios. Solamente como ejemplo, los salarios mínimos llegaron a tener una caída real del orden de 70%, particularmente impactados por la elevada inflación que se presentó entonces y que llevó el índice de precios al consumidor a incrementos de más de 100% a tasa anual. En los siguientes años, aunque ya no hubo las crisis económicas que vivimos entonces, no se presentó una recuperación del poder de compra de los salarios, que se quedaron sustancialmente por debajo de los niveles de los años 70.
Durante mucho tiempo se argumentó que era necesario que los salarios no se incrementaran más que los precios, pues de lo contrario se produciría una erupción inflacionaria.
Fue hasta el final del gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto que se permitió un incremento de los salarios mínimos significativamente por encima de la inflación prevista, con lo cual empezó un proceso de recuperación de su poder de compra. Se realizaron reformas a la legislación laboral con objeto de garantizar la democracia en los sindicatos. Este hecho estuvo vinculado de manera directa con las exigencias de los norteamericanos durante la negociación del TMEC. Al comenzar la actual administración, se acentuó el incremento tanto de los salarios mínimos como de los sueldos promedio para el conjunto de la economía.
Aumento
En la frontera norte, el salario mínimo se duplicó y en el resto del país aumento casi 17 %. Los salarios reales promedio crecieron poco más de 3 %. Meses después también se dio la salida de uno de los líderes sindicales más emblemáticos del charrismo: Carlos Romero Deschamps, quien por muchos años encabezó el sindicato petrolero del país. Estos hechos pretenden demostrar a los norteamericanos que el gobierno del presidente López Obrador está en disposición de cumplir con la nueva legislación laboral.
Cumplimiento
Sin embargo, en el Congreso de Estados Unidos, y en particular entre los legisladores demócratas, persiste aún la duda de que exista una voluntad de cumplimiento, sobre todo en el mediano plazo. Ese es quizás el punto clave que hasta este momento ha impedido que el nuevo tratado entre los tres países entre al proceso de ratificación en el Congreso estadounidense.
Por: Enrique Quintana
Fuente: Hoy