La interrupción de la cadena de suministros por el virus amenaza a los metales
La propagación del coronavirus por todo el mundo ha centrado las preocupaciones de los mercados de metales en los riesgos para la demanda, haciendo que los precios se desplomen, pero hasta ahora los inversores han ignorado en buena medida las crecientes amenazas para la oferta.
Un indicio de lo que puede estar por venir fue la decisión de Sudáfrica del lunes de imponer un bloqueo de 21 días a escala nacional para tratar de contener la epidemia, una medida que afectará a las minas del país.
Sudáfrica es el mayor productor mundial de platino, el segundo más grande de paladio y un importante exportador de carbón térmico, mineral de hierro y oro.
El país domina la producción mundial de platino con unas 130 toneladas en 2019, un volumen casi seis veces mayor que el del segundo mayor productor, Rusia.
Al igual que la mayoría de los metales el platino se ha visto muy afectado por las ventas en los mercados financieros de las últimas semanas, disparadas por la propagación del coronavirus desde China a Europa y América del Norte, lo que ha llevado a varias naciones a paralizar gran parte de sus economías para poner coto a la pandemia.
El precio spot —también denominado precio corriente o al contado— del platino cayó un 46% este año desde su pico de 1.041,05 dólares la onza, a un nivel mínimo de 558 dólares el 16 de marzo, negociándose desde entonces en una horquilla de precios limitada para cerrar el lunes a 642,50 dólares el lunes.
Tras el anuncio de las medidas de cuarentena en Sudáfrica anunciadas por el presidente del país, Cyril Ramaphosa, el platino abrió al alza el martes, subiendo hasta un 4,6% hasta los 672 dólares la onza en las primeras operaciones de los mercados asiáticos.
El paladio también subía en las primeras cotizaciones del martes en Asia, anotándose hasta un 7,9% para tocar los 1.854,50 dólares la onza, aunque todavía sigue siendo un 37% inferior con respecto a su pico del pasado 27 de febrero.
Si bien el rebote de los precios del platino y el paladio está lejos de confirmar que lo peor ya ha pasado para estos metales, muestra que las interrupciones en el suministro deberían ser un factor en la determinación de los precios.
Durante los últimos días no dejan de sucederse las noticias de empresas mineras de todo el mundo que interrumpen o reducen la producción mientras intentan controlar el impacto del brote de coronavirus.
El trabajo en algunas minas de cobre en Chile y Perú se ha reducido, la brasileña Vale ha detenido sus operaciones en una mina de níquel en el este de Canadá, mientras que el grupo Rio Tinto ha reducido la actividad de algunas de sus operaciones en la provincia canadiense de Quebec.
Esta lista no llega a agotar ni de lejos las reducciones anunciadas por el sector minero, pero es una buena muestra de que la tendencia es inequívoca. Con la propagación del coronavirus, es probable que los anuncios de interrupciones en los suministros vayan a más.
Entre los minerales particularmente vulnerables a las interrupciones, destacan el mineral de hierro y el carbón, dada la concentración de la exportación en un puñado de países.
El mercado del mineral de hierro transportado por mar está dominado por tan sólo dos países, Australia y Brasil, siendo Sudáfrica el tercero en la lista a mucha distancia de la cabeza.
Alrededor del 60% del suministro total transportado por mar procede de Australia, principalmente de la remota región de Pilbara, en el estado de Australia Occidental.
Mientras Rio Tinto, el mayor productor de mineral de hierro de Australia, así como las otras grandes mineras BHP Group y Fortescue Metals Group, aún no han restringido sus operaciones en Australia Occidental, puede llegar un momento en que el coronavirus los obligue a actuar.
La mayoría de las minas dependen de un sistema de rotación de trabajadores provenientes de grandes distancias conocido coloquialmente como FIFO (del inglés “first in, first out”, “primero en entrar, primero en salir”) y los estados australianos están restringiendo cada vez más los movimientos de las personas.
Por ejemplo, Australia Meridional y Tasmania se encuentran entre los estados australianos que están exigiendo a todos los que llegan a su territorio que se aíslen durante 14 días, lo que significa que los trabajadores FIFO tendrían que mantener las distancias con sus familias en su tiempo libre.
No se trata tan sólo de que suponga un desafío para la salud mental de los trabajadores, sino que además no parece una medida sostenible a largo plazo.
El alojamiento de los trabajadores de las minas también plantea un desafío, ya que muchos carecen de un alojamiento adecuado, lo cual puede aumentar el riesgo de propagación del coronavirus si un trabajador infectado contagia a sus colegas.
Australia es también el mayor exportador de carbón coque del mundo y el segundo mayor de carbón térmico después de Indonesia.
Al igual que las de mineral de hierro, muchas de estas minas se encuentran en lugares remotos, pero incluso las que están más cerca de pueblos y ciudades corren el riesgo de verse obligadas a permanecer inactivas si el Gobierno federal y los gobiernos estatales de Australia adoptan medidas de aislamiento más estrictas.
El mineral de hierro se ha mantenido relativamente estable durante la crisis del coronavirus, pero en las últimas sesiones cayó bruscamente debido a que muchos inversores consideran que las medidas de estímulo previstas en China no van a ser tan amplias como se espera, mientras que las perspectivas económicas para el resto del mundo se están debilitando rápidamente.
El precio spot del 62% de mineral de hierro destinado a China, según la evaluación de la agencia de información de precios de productos básicos Argus, se hundió a 79,60 dólares por tonelada el lunes, su nivel mínimo en cuatro meses, representando una caída del 11,6% en tan sólo dos sesiones.
Mientras que este componente necesario en el proceso de fabricación del acero puede aguantar la presión, cualquier cambio importante en la dinámica del suministro por restricciones originadas por causa del coronavirus puede dar lugar a un rápido cambio de esta capacidad de aguante del mineral.
En resumen, las empresas mineras, los operadores en los mercados de materias primas, los usuarios finales y los inversores en metales tienen ahora más de qué preocuparse que de una simple caída de la demanda, ante la realidad creciente de las interrupciones de suministros.
(Las opiniones vertidas en esta columna son responsabilidad exclusiva de su autor, columnista de Reuters)
Fuente: Reuters