“Vivir sin la Organización Mundial del Comercio es tan imposible como vivir sin comercio”, dice su director
Vivir sin la Organización Mundial del Comercio (OMC) es tan imposible como vivir sin el comercio, dijo hoy en una entrevista con Efe su director general, Roberto Azevêdo, a seis semanas de la conferencia ministerial en Buenos Aires, un cita crucial para la futura marcha de la institución.
La crisis financiera y económica que se desató en 2008 fue el detonante de un sentimiento de desconfianza general que afectó a la OMC y que, más recientemente, fue nutrido por el discurso contra el libre comercio de la Administración de Donald Trump.
Sin embargo, tales percepciones son como oleadas que suben y bajan, de acuerdo a la interpretación del brasileño Azevêdo, que no duda -en un pulido español- en asegurar que “no hay más alternativa” que seguir confiando en la OMC y en el libre comercio.
“Sin la OMC estaríamos en una situación mucho peor y lo que sucedería es que dentro de unos años la recrearíamos”, afirma Azevêdo, quien lleva cuatro años al frente de la institución que, de una parte, es el foro donde se negocian las reglas del comercio internacional, y por otra, vigila por su respeto.
El director general considera que “se puede vivir sin muchas cosas en la vida, pero el comercio es el oxígeno del desarrollo” y que, aunque pueda haber modelos alternativos de desarrollo, avanzar en esta senda sería “mucho más difícil y mucho más despacio”.
Los 164 Estados miembros de la organización tienen ante si el reto de mostrar que puede hacer avanzar la agenda del comercio no sólo libre, sino justo, una tarea que abordarán de lleno en su próxima conferencia ministerial, del 10 al 13 de diciembre.
A la capital argentina algunos temas llegarán relativamente “adelantados”, según Azevêdo, quien mencionó en particular el relativo a la constitución de reservas públicas de alimentos para garantizar la seguridad alimentaria y la eliminación de los subsidios a la pesca ilegal o no reglamentada.
Pero al igual que el brasileño rehúsa del fatalismo, igualmente intenta moderar cualquier optimismo excesivo: “En casi todos los temas, no importa lo que se haga en Buenos Aires, es probable que no lleguemos al final del camino”.
Lo importante -prosigue- es que en algunos de los temas que está previsto se aborden en la conferencia ministerial “tengamos la oportunidad de dar un primer paso y después seguir con un programa de trabajo para progresar” más adelante.
“Tenemos que enfrentar la realidad de una organización de 164 miembros. Ni todos están de acuerdo al mismo tiempo, ni todos listos para dar un paso simultáneo”, explica. Azevêdo pide reconocer la complejidad del trabajo de la OMC, en la que los países “viven distintas situaciones, sea económicas, políticas o de desarrollo”, y defiende que la única manera de progresar es reconociendo esa heterogeneidad y mostrando “flexibilidad en los acuerdos que pretendemos alcanzar”.
Esa flexibilidad se traduce, por ejemplo, en conceder a los países distintos plazos para aplicar los acuerdos, garantizando así que, aunque lento, todos vayan “en la dirección correcta”.
A lo que sí aspira Azevêdo es a que, independientemente de la idea “que cada uno tiene en su cabeza” de lo que es libre comercio, todos los miembros de la organización estén dispuestos en Buenos Aires a ratificar su voluntad de “trabajar en favor de su liberalización, de eliminar los obstáculos y de disminuir sus costes”.
“Esto sí que espero que sea uno de los resultados en Buenos Aires”, insiste.
Una pieza clave difícil de mover será Estados Unidos, reconoció el director general de la OMC, en vista de que este país “ve muchas dificultades para lograr acuerdos en esa conferencia”, aunque no son los únicos.
“Todos ven que las posiciones están muy apartadas en temas claves”, dijo, un comentario que parece hacer eco al que hiciese hace poco la excanciller argentina, Susana Malcorra, quien presidirá la conferencia ministerial y ha pedido no olvidar que “hay vida después de Buenos Aires”.
El mensaje es, por tanto, que más allá de lo que ocurra en la cita ministerial, la OMC seguirá trabajando en la consecución de la Agenda de Desarrollo de Doha, un plan de liberalización del comercio adoptado en el año 2000 y en el que poco se ha podido avanzar.
Azevêdo afirma, sin embargo, que la Agenda de Doha sigue viva y recuerda que los actuales temas de seguridad alimentaria y de las subvenciones a la pesca o a la agricultura, forman parte de ella.
Ello no excluye que otros puedan intentar en Buenos Aires seguir avanzando por grupos -mediante acuerdos plurilaterales- en temas más sofisticados, como el comercio electrónico, la facilitación de inversiones o el apoyo a las pymes.
Fuente: Diario Libre